“Un día Edshu, la divinidad engañadora caminaba por un sendero en medio de dos caminos. A lo lejos vio a un labriego trabajando a un lado del camino y a otro labriego en el otro costado y se propuso jugar con los dos. Se colocó un sombrero con los colores de las cuatro direcciones del mundo. Un lado del sombrero era rojo, blanco de otro, verde por delante y negro por detrás.
Cuando los labriegos regresaron a la aldea después de su trabajo esto fue lo que conversaron:
-¿Viste al hombre con el sombrero blanco?-Uno le preguntó al otro.
-El sombrero era rojo- le respondió el otro a lo cual el primero le dijo:
-No, era blanco.
-Era rojo-insistió su amigo-lo vi con mis propios ojos.
-Debes estar ciego.
-Debes estar borracho.
La disputa creció y llegaron a los golpes. Cuando iban a acuchillarse, los vecinos los llevaron ante un juez. Edshu estaba en medio de la multitud que presenciaba el juicio y cuando el juez no pudo decidir de qué lado estaba la justicia, el hombre se desenmascaró y expuso el sombrero.
-No tenían más remedio que pelear-dijo Edshu.- Así lo quise yo. Sembrar la discordia es mi gran alegría.”
Leyenda de África Occidental

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